La viticultura argentina sigue achicándose y concentrándose

A diferencia de la gran mayoría de los políticos, las estadísticas no mienten. En el caso de la vitivinicultura, el informe anual que acaba de difundir el Instituto Nacional de Vitivinicultura sobre la superficie cultivada de vid, demuestra que esta se ha reducido durante el año pasado con respecto al anterior.

A pesar de los intentos de diversificación, el Malbec continúa siendo la cepa más cultivada.

De acuerdo al informe elaborado por el INV, la superficie de vid cultivada se redujo durante 2022 con respecto a 2023, profundizando una tendencia que se mantiene con claridad desde 2010. La retracción que supera las 4 mil hectáreas también demuestra que las políticas de la administración nacional para el sector y el resto de las economías regionales que impulsan al interior del país, no han sido las adecuadas. Además, profundiza un proceso en el que las cepas aptas para la elaboración de vinos de alta calidad desplazan a las que se destinan a la elaboración de vinos genéricos.

El informe anual del INV sobre superficie cultivada también revela que durante 2022, también se redujeron los viñedos (188 menos que en 2021) y que estos son cada vez más grandes, un dato que confirma el proceso de concentración que afecta al sector. Las estadísticas hablan por sí solas: el tamaño medio del viñedo en el año 1990 era de 5,8 has, en el año 2000 de 8,0 has, en 2010 de 8,8 has y en el año 2022 de 9,0 has.

Desde 2010 hasta el 31 se diciembre pasado la superficie cultivada de vid se redujo un 4,9%, guarismo que se traduce en una reducción de 10.703 has.

Predilección por los tintos

El informe del INV también refleja la exagerada predilección por el vino tinto que prevalece en la gran mayoría de los consumidores argentinos: en el total de uvas aptas para elaboración de vinos y mostos, predominan las variedades tintas, que representan el 59,6% del total de este segmento, el 17,5% a blancas y 22,9% corresponde a variedades rosadas.

Las uvas tintas han aumentado 11.182 has (+ 10,9%) desde el año 2010, mientras que las blancas y rosadas han disminuido 9.558 has y 11.337 has respectivamente en el mismo período.

Además, más de la mitad de la superficie de vid del país se ha implantado después del año 2000, lo que representa el 51,8% del total, mientras que en el otro extremo, un 8,4% (17.328 has)

fueron plantadas antes de 1960.

El Malbec sigue en ascenso

La cepa que representa a la vitivinicultura nacional parece que no tiene techo. Según el informe anual de superficie cultivada del INV, el Malbec es la variedad que más ha aumentado en cuanto a superficie desde el año 2010 (+15.518 has), pasando de 31.047 has a las actuales 46.565 has que representan el 22,5% del total cultivado. Le siguen en importancia por su crecimiento en

cantidad de hectáreas, aunque con bastante diferencia cuantitativa: Ancellota (+2.092), Flame Seedless (+1.870), Aspirant Bouschet (+1.393), Fiesta (+1.320) y Cabernet Franc (+1.059).

Las variedades que más disminuyeron desde el año 2010 son Criolla Grande (-4.549), Cereza (-

4.355), Pedro Giménez (-3.108), Cabernet Sauvignon (-2.900) y Moscatel Rosado (-2.314 ha).

El ránking de las cepas más cultivadas que encabeza el Malbec se completa de la siguiente manera: Cereza (12%), Bonarda (8%), Cabernet Sauvignon (7%) y Criolla Grande (6%).

Alta calidad enológica

El informe del INV detalla que en el país hay173 variedades implantadas, de las cuales 114 tienen aptitud para elaboración de vinos y/o mostos. De estas 114 variedades, 46 se consideran aptas para la elaboración de vinos de calidad con denominación de origen según lo que reglamenta la Ley 25.163 y son también las que están autorizadas para la elaboración de vinos Reserva y Gran Reserva. Del total de superficie de variedades aptas para elaboración (191.071 has), hay un 73% (138.649 has) de uvas consideradas «de alta calidad enológica (ACE)» en todo el país.

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