Un grupo de suizos locos al pie de Los Andes

3Sapas es el proyecto que impulsan los hermanos Arnaud y Florian Frésard y se enfoca en la producción de vinos orgánicos innovadores y de alta calidad en el Valle de Uco.

Los hermanos Frésard decidieron apostar por Argentina.

Desde su explosión a principios de la década del 2000, el Valle de Uco atrae continuamente inversiones internacionales, más allá de los vaivenes de la economía del país. Uno de los últimos desembarcos lo protagonizan dos hermanos de nacionalidad suiza, quienes llegaron a Argentina para participar de un intercambio estudiantil y terminaron decidiendo una inversión millonaria con la compra de viñedos en la zona de Tupungato y la construcción de una bodega autosustentable en la primera zona de Mendoza.

En mayo de este año Jonás Lépine, amigo de los Frésard, se incorpora a la sociedad para asumir la dirección comercial y de marketing. En el área técnica, forma parte del proyecto el ingeniero agrónomo y enólogo Luis Coita Civit, con larga trayectoria en bodegas como Grupo Peñaflor Cheval des Andes, Riccitelli Wines, Durigutti, Villa Maria Estate (Nueva Zelanda) y Chateau Cheval Blanc (Francia), además Fernando Sota, enólogo formado en Argentina, con estudios en Italia y larga experiencia en diversas empresas vitivinícolas.

“Al alba de nuestros 30 años, hemos decidido dejar atrás vida y carrera profesional en Suiza para vivir el sueño de nuestra vida: elaborar nuestros propios vinos y lanzar nuestra propria bodega en Argentina. Al concebir esta idea, habíamos pensado que si debíamos embarcarnos en una aventura osada pero maravillosa como esta, lo haríamos creando algo nuevo, algo innovador, algo que rompiera reglas. En otras palabras, queríamos construir una bodega de nuestra generación: dinámica, sostenible, innovadora, con ideas que lleguen a apartarse de todos los caminos convencionales”, sostienen los hermanos Frésard en su manifiesto enológico.

Según explican los inversores, “la idea es no es solo producir vinos argentinos innovadores de alta calidad sino también vinos que inspiren emociones puras, brutas e intensas como el fuego de un primer amor; la fuerza de un volcán en erupción, la rapidez de un caballo de carreras, la libertad del aire, el encanto de una noche estrellada y la intensidad de un último baile, por supuesto, todo esto siempre acompañado por una pizca de locura”.

Orgánicos y sustentables

Por consiguiente, como deseaan crear “una bodega orgánica con viñedos orgánicos, somos conscientes que pretender ser orgánicos no es suficiente, que para respetar plenamente nuestro objetivo, debemos trabajar igualmente sobre otras facetas, como el envase de nuestros vinos el cual debe hacerse en botellas ligeras para reducir la huella de carbono, la fabricación de etiquetas para la cual utilizaremos papel reciclado, los tapones hechos en caña de azúcar para que sean biodegradables; en resumen, que con nuestro proyecto fabriquemos un excelente vino al tiempo que respetamos el equilibrio ecológico y territorial, lo que nos lleva a evitar un impacto negativo en el medioambiente”.

Una botella, un árbol

El emprendimiento también prevé la realización de un programa denominado “Una botella = un árbol” que tiene como objetivo plantar un ejemplar por cada botella vendida en las regiones del mundo amenazadas por la deforestación. “Acciones como estas no harán parte solo del inicio de nuestro proyecto, en el futuro, deseamos lanzar otros tipos de iniciativas sociales y medioambientales que nos permitan aportar nuestro grano de arena para mejorar el mundo”, señalan.

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